Vista de El Calafate (Santa Cruz)
Siempre que voy a nuevos lugares trato de imaginar el escenario para después evaluar el contraste con la realidad, esta vez pese a la cantidad de fotos que había visto antes de partir nunca pensé encontrar una belleza de tal magnitud. Con razón ya en el avión y en el aeropuerto de Río Gallegos, notábamos que casi todos eran turistas extranjeros, franceses, italianos, japoneses, etc. atraídos por uno de los lugares más excitantes del mundo.
Glaciar Perito Moreno donde se observa la caída de grandes bloques de hielo.
En una primera excursión fuimos al glaciar Perito Moreno que presenta el fenómeno de la ruptura del dique de hielo cada 4 años aproximadamente, que se forma cuando avanza el frente del glaciar hasta el cerro donde se ven los turistas.
Otro día fuimos a ver las cuevas donde hombres primitivos dejaron las marcas de sus manos en la piedra, antes de comenzar la caminata desayunamos en un pequeño restauran en medio del campo, donde una vicuña pequeña andaba entre las mesas comiendo las facturas de los turistas.
Vicuña pequeña criada por los dueños del restauran.
Una noche encargamos las viandas para el viaje al glaciar Upsala, nombre que proviene de la ciudad sueca donde está la universidad que estudió esta zona de glaciares. Muy temprano al otro día salimos en una “combi” a Puerto Bandera, donde tomamos un catamarán que nos llevaría hasta el glaciar.
Viajando hacia el Upsala en catamaranes.
Uno de los numerosos iceberg a la deriva, de infinidad de formas en las proximidades del glaciar.
Vista del frente del glaciar Upsala de 800 km2 (4 veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires)
Al emprender el regreso nos informaron por parlantes que el capitán, evaluaba la posibilidad de entrar por un canal hacia otro lago donde veríamos un típico bosque patagónico, pero dependía del cálculo de la trayectoria de los iceberg ya que si al volver alguno obstaculizaba la entrada del canal quedaríamos atrapados, como en las películas el suspenso crecía y todos esperábamos, desde los parlantes nos azuzaban diciendo “tatán.. tatán..” hasta que por fin se escuchó un grito: “..Siiiiiii..” y entramos. Nos advirtieron sobre la hora estricta de la partida y que si alguien no volvía el catamarán, por razones ya explicadas partiría lo mismo.
Había cruzado todo el bosque de lengas y guindos hasta que al salir por el otro extremo encontré el glacial Onelli, le dije a Nélida que volviera y corrí a filmar el glacial, pero cada vez se alejaba más, cuando me di cuenta de la hora corrí desesperadamente para tratar de alcanzar el catamarán, cuando lo avisté ya estaban elevando la pasarela, los ruegos de Nélida al capitán consiguieron que esperara mi llegada.
Visitamos también una estancia donde esquilaron una oveja con las máquinas antiguas movidas a vapor y que transmitían la fuerza por un árbol de poleas y correas de cuero. Era tan práctico el esquilador que en pocos minutos quitó en una sola pieza toda la lana de la oveja, ésta al sentirse liberada de tan pesada carga, salió al campo dando saltitos para todos lados con una expresión de alegría que nos contagió a todos los presentes. Unos perros de tamaño medio, eran los encargados de los movimientos de los rebaños por unas praderas de pastizales inmensas.
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