La puja con el campo puso de manifiesto entre muchas cosas que los gobiernos populistas funcionan bien con la parte dependiente del pueblo y les cuesta encontrar canales de diálogo con quienes han tenido una renta suficiente que los hace independientes del estado.
Los independientes siempre existieron y en algún momento de la historia Argentina pudieron constituir una minoría que llamaron “oligarquía terrateniente”, pero la subdivisión natural de la tierra por las continuas particiones sucesorias transformaron los latifundios en minifundios. De ahí parten dos fenómenos: por una parte que aquella minoría hoy son numerosas pequeñas y medianas explotaciones cuyos dueños son trabajadores independientes que se mostraron como multitudes en centenares de puntos geográficos al mismo tiempo y por otra parte, se puso en marcha un sistema opuesto: los “pool de siembra” que pretender recuperar las ventajas del latifundio ya que a gran escala las explotaciones agrícolas acceden a menores precios de los insumos y servicios y a un respaldo tecnológico superior.
Pero los pool de siembra están formados en su mayoría con aportes financieros de la clase media: pequeños y medianos empresarios, comerciantes o profesionales que no confían en los bancos por la destrucción del sistema financiero a partir de varias exacciones a la propiedad realizada por los últimos gobiernos.
En este enfrentamiento, de independientes contra el gobierno, el estado confiscatorio muestra la cara del poder corrupto: D’Elía, Pércico y demás fuerzas de choque, mercenarios dispuestos a enfrentar argentinos contra argentinos; parásitos bancados desde el estado con el dinero de las retenciones de quienes atacan, hacen todo esto para no perder su fuerza de sustentación: las “mayorías”, las que obviamente deben permanecer sin atravesar la línea de la independencia ya que si lo hicieran dejarían de ser sus “súbditos”.
Por esto un país de hombres dependientes es un país desvirtuado.
Cuando se envilece la moneda, cosa que sucede cuando se gasta más de lo que se recauda, produce en el pueblo un desaliento, la sensación que su esfuerzo está siendo succionado hacia el barril sin fondo del Estado. La inflación es expresión de incapacidad para gobernar, es buscar afianzarse en el poder sin medir consecuencias, entregando cada vez más recursos sacados a la inversión y la infraestructura para dárselo a la clase parásita para que responda en las urnas. Es ganar la voluntad de los ignorantes y por esa razón pobres, que quieren vivir el hoy porque sin capacidad de ahorro no les interesa el futuro.
En uno de sus últimos discursos “Isabelita” sin quererlo dio una breve y excelente definición de peronismo cuando dijo “..no sacrificaremos nuestra generación en beneficio de las futuras..” la consecuencia de esta mentalidad cortoplacista esta a la vista: nos quedamos sin gas, sin combustibles, sin caminos, sin redes eléctricas, sin investigación, sin inversión, etc.
Suiza, país sin salida al mar, con una superficie menor a la mitad de Catamarca no ha cambiado sus precios desde la segunda guerra mundial.
Por esto un país con inflación es un país desvirtuado.
Cuando a los emprendedores, a los creativo, capaces, cultos, triunfadores o ricos se los descalifica con la etiqueta de “oligarcas” se hace una demostración de estupidez. Son ellos los visionarios que crean riqueza de la nada, los que inventan soluciones a todos los problemas soportando el odio, el rechazo y hasta la burla de los mediocres e incapaces.
Los pobres tienen todos los derechos habidos y por haber menos el de gobernar. No tienen derecho las “mayorías” a gobernar a las minorías porque elevan a categoría de funcionarios personas que fracasaron en la vida privada.
Decía Friedrich von Hayek (Premio Nobel de Economía), "El poder que un multimillonario tiene sobre mí es muchísimo menor que el del más insignificante funcionario…" "…si por democracia se entiende dar vía libre a la ilimitada voluntad de la mayoría, en modo alguno estoy dispuesto a llamarme demócrata."
Para conocer sobre la obra de von Hayek ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Hayek
Los políticos, gobernadores, intendentes, concejales, que corren como pichichos al silbato del amo, degradados a la categoría de esclavos, de genuflexos sirvientes, no harán otra cosa con la cadena de servilismo creada por ellos que termina en los más necesitados.
Por eso un país que llama “oligarca” a los triunfadores es un país desvirtuado.
Cuando “justicia social” significa redistribuir lo ajeno en lugar de aumentar la riqueza y las oportunidades de trabajo, es quitarle a los pobres la escalera para el ascenso social ya que el dinero que no es transpirado es dañino para el que lo recibe. Solamente la educación de buena calidad y la capacitación junto con una fuerte política de inversiones e investigación pueden ser medios para un auténtico ascenso que pronto haga independientes a los hombres que trabajan, algo que justamente tratarán de impedir en los hechos los pregoneros de la justicia social para poder continuar dominándolos.
Por eso el país que no agranda la torta para que alcance para todos es un país desvirtuado.
"Cuando vean que para producir necesitan obtener la aprobación de quienes no producen nada; cuando vean que el dinero fluye a quienes comercian no en bienes sino en favores; cuando vean que los hombres se hacen más ricos a través de la estafa que del trabajo, y sus leyes no lo protegen de ellos, pero los protegen a ellos de ustedes; cuando vean que la corrupción es recompensada y la honestidad se convierte en un sacrificio personal; sabrán que su sociedad está condenada"
Del libro: “La rebelión de Atlas” de Ayn Rand
Para conocer sobre la obra de Ayn Rand ver:
http://es.wikipedia.org/wiki/Ayn_Rand
Esta cita que aparece en múltiples fuentes, es el encabezado de un muy interesante blog que recomiendo y que contiene fragmentos de grandes pensadores como “El atavismo de la justicia social” de Hayek e innumerable material de consulta.
http://adiosalestado.blogspot.com/
La lista es muy larga, pero se agotó el espacio para un capítulo.
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