sábado, 6 de junio de 2009

82 - Hojas de otoño

Pocas veces se retrasa tanto la llegada del invierno como este año, todavía los árboles tienen muchas hojas, rojizas algunas, amarillas y ocres otras, pero aún están allí, cansadas, pero soportando la espera del zonda que las lleve de nuevo a la tierra, para volver renovadas en la primavera. De la misma manera, las hojas de este blog dedicadas a las aventuras en cuatriciclo seguramente tengan una pausa hasta que vuelva el calor y los días se hagan más largos.

El domingo pasado, en un día espléndido, subimos a la formación arenosa que hay en Medanitos, Niz con su esposa Teresa y el autor con su incansable compañera Nélida, dejamos las camionetas en Istataco, (entre el río y la loma que se ve en la parte inferior de la imagen satelital tridimensional siguiente).

Vista tridimensional del valle de Medanitos, el objetivo es el gran médano del fondo.

Atravesamos La Banda, hasta llegar a las dunas que se ven a la derecha, de color blanco rodeadas de viñedos, son dunas hermosas, aterciopeladas, el mejor escenario posible para andar en cutriciclo, sin vegetación abundante que dificulte el desplazamiento, uno que otro cañaveral, el ancho río de arenas suaves del Abaucán y el multicolor otoñal de los viñedos y las alamedas, que dan marco a un escenario único, un verdadero privilegio para quienes encuentren solaz espiritual ante la inmensidad de la naturaleza.

Pero entre las dunas siempre aparecen sorpresas, así como encontramos un toro rojo en las dunas de Tatón, aquí encontramos una casa abandonada a la que se le aproxima una duna como abrazándola, lista para digerirla por un tiempo y dejarla tal cual una vez que pase en su viaje hacia el norte.

Duna aproximándose a una casa abandonada.

Después, Niz con su Yamaha, encaró la más larga e increíble subida que jamás alguien pueda imaginarse, tomó hacia la inmensa formación aluvional que parece recostarse sobre las sierras de Fiambalá y el autor por detrás jugando con el acelerador del Polaris de tal manera que si me acercaba mucho a Niz, las ruedas traseras del cuatriciclo me tiraba piedritas en los anteojos, pero si aflojaba la aceleración perdía envión y con un ángulo de subida al límite de lo permisible, podía quedarme enterrado o sin potencia para seguir subiendo. Cada tanto mirábamos hacia atrás para comprobar, por lo pequeño que se iba haciendo Medanitos, cuánto de altura íbamos alcanzando.
Vista de Medanitos desde la formación arenosa. (Norte a la derecha)

En un remanso de la imponente subida bajamos a tomar la fotografía anterior, atrás de Medanitos se ve la loma por donde se ingresa, por el sur a Medanitos y por el norte a Istataco, compárese con la vista de esa loma en la imagen satelital del principio. La altura en este punto es de 2.360 m lo que significa un ascenso de 730 m respecto al río Abaucán, la loma en Istatco tiene 70 m de altura. Si se observa el piso, la presencia de cantos rodados, indica que la formación no tiene origen eólico, como creímos equivocadamente, por el contrario las piedras solo puede transportarlas el agua durante las crecidas, pero si estas formaciones están ahí desde hace millones de años, ¿cómo no fueron arrastradas al valle por los agentes hídricos de meteorización? ¿O fue siempre tan seco que no se producían lluvias capaces de transportar el material aluvional?.

Dunas verdaderas en una parte más alta de la formación

Continuamos subiendo pero con dirección norte en la esperanza de encontrar una formación blanca, mucho más que el arena de las dunas, que veía con intriga desde niño, cuando vivía en la finca Istataco, sobresalía detrás de un montículo y aún con larga vistas nunca pude saber que era. La búsqueda nos llevó a encontrar varias sorpresas, la primera una cantidad de vacas, muchas con cría que pastaban a estas alturas (más de 1.000 m respecto al río). Querer saber donde tomarían agua estos animales nos llevó a alcanzar la “cumbre” de la formación, con otra sorpresa fenomenal: la formación no se recostaba sobre las sierras de Fiambalá, sino que por el este, baja hasta encontrarse con la montaña rocosa en el pié de la misma, entre quebradas con arroyos y no en su parte alta. En resumen la formación es una loma de arena y piedra independiente de la montaña rocosa.

No pudimos encontrar la formación blanca que según algunos conocedores es como “puloil” mucho más fino que la arena y lo usan para lavar la vajilla, no obstante nos comprometimos en volver a continuar la búsqueda. En la casi una hora que tardamos en bajar, volviendo hacia el sur, reflexionaba sobre los profundos cambios en los hábitos de vida que nos produjo a todos la llegada de los cuatriciclos, estos pequeños artefactos mecánicos son quizás lo menos importante, frente al reencuentro con la naturaleza que tanto facilitan, el reencuentro en la amistad con nuevos y viejos amigos, el dejar esa vida sedentaria que tanto daño nos estaba haciendo y cambiarla por la adrenalina de la aventura, la emoción indescriptible de sortear segundo a segundo toda clase de obstáculos, de ayudar al que se queda y recibir ayuda, de perderse por completo pero al fin encontrar el camino.

A partir de la etapa cuatriciclera, todos nos sentimos rejuvenecidos, hemos recuperado fortaleza física y espiritual, es tal la satisfacción de desplazarse por los campos sin ver casi el vehículo que nos traslada y son tan numerosos y variados los escenarios del departamento Tinogasta, que la semana transcurre esperando que llegue el sábado para realizar la travesía de medio día y luego que amanezca el domingo para cargar los cuatriciclos en un viaje del que regresaremos a la noche.

Teresa manejando el Yamaha, al fondo la formación arenosa desde una duna de La Banda


Colaboración:

Un entrañable amigo tinogasteño, Ángel Salinas nos envía un comentario desde Buenos Aires que agradecemos desde este blog ya que son palabras que alientan a seguir adelante con la tarea de hacer conocer Tinogasta, sus riquezas, sus paisajes y su historia.

Nos envía también esta excelente fotografía de su padre don Guillo Salinas en un camión posiblemente de la década del 30.

Don Guillermo Salinas en su primer camión

Ángel Salinas desde temprana edad, manifestaba sus condiciones para las artes visuales, Nélida que fue su maestra lo recuerda como un alumno serio, estudioso y disciplinado. El destino lo llevó a Buenos Aires donde pudo desarrollar su talento.

En el siguiente vínculo puede apreciarse la calidad de los trabajos que realiza:

http://ctkgrafica.blogspot.com/

Ángel: Nélida y yo te felicitamos por tus trabajos y agradecemos la nota y tu colaboración.