Un mejicano andaba invitando gente a participar del último tour de buceo del día, como hablaba castellano acepté aclarándole que no tenía la menor idea de cómo bucear. En un ómnibus nos llevaron a un muelle donde una embarcación estaba llena de equipos de buceo. Cuando subimos me di cuenta que todos, gente mayor hombres y mujeres, eran norteamericanos y el mejicano comenzó a explicarles en inglés paso por paso como debían proceder durante la inmersión. El asunto es que ya íbamos llegando al lugar y como en ese entonces no sabía nada de inglés le dije al mejicano:
- Señor, yo no entendí nada, usted dijo que iba a explicar en castellano también.
- Si pero eres el único que hablas español, no te preocupes vas a venir conmigo.
Tiró al mar a todos, unas 30 personas y me puso el tanque de aire comprimido a mí, me acomodó un cinturón lleno de plomos para que me sumergiera y solo me advirtió que al volver a la superficie lo haga con una escala para descomprimirme.
Me sumergí casi 14 metros de golpe, el dolor en los oídos por la presión era terrible pero pronto pasó. El encuentro con el mundo submarino fue extraordinario, como tenía “patas de rana” con pequeños movimientos avanzaba distancias considerables, sin gravedad veía pasar el paisaje del fondo marino sin hacer ningún esfuerzo, estaba repleto de especimenes extraños de todo tipo forma y color, cada tanto se presentaban cardúmenes de peces transparentes que me observaban de frente como delgadas laminitas con un ojo a cada lado, cuando intentaba tocarlos se ponían todos de costado mostrando su forma elíptica. De pronto apareció el mejicano que me señalaba un objeto negro lleno de espinas, ¡OH! cuando quise tocarlo.. el bulto salió corriendo levantando una gran “polvareda” a su paso, era un erizo de mar. Estuve sumergido unos 30 minutos y me indicaron que debía salir por cuanto quedaba poco aire en el tubo.
Muchos años después y habiéndome sumergido en cuanto lugar pude, me ocurrió un hecho insólito, estaba en la isla Cozumel en Méjico y nos sumergimos con un compañero de viaje, en eso encontramos una caverna submarina, nos adentramos hasta llegar a un espacio bastante grande que presentaba una salida distinta del ingreso por donde entraba luz pero ¡OH sorpresa! había un tiburón, era mediano y parecía asustado, nosotros seguimos como si no lo hubiésemos visto hasta alcanzar la salida, a los pocos metros ¡OH nuevamente otra sorpresa!, había un enorme Cristo en el fondo del mar y muchos buzos arrodillados rezando, más allá una virgen.....
El Cristo de Cozumel (1)
Al día siguiente fuimos a Islas Mujeres, alquilamos un auto eléctrico con el que recorríamos las playas:Auto eléctrico, al volante Nélida Pereyra (¡Que peligro!)
Al día siguiente fuimos a Islas Mujeres, alquilamos un auto eléctrico con el que recorríamos las playas:Auto eléctrico, al volante Nélida Pereyra (¡Que peligro!)
En un lugar un cartel hacía referencia a los tiburones, bajamos, nos sumergimos y sacamos un tiburón del agua:
Levantando un pesado tiburón en Islas Mujeres
El bicho era pesado y mi expresión es por la impaciencia de ver que no terminaban de sacar la foto, tanto gritaba que el tiburón se enfureció y nos pego un tremendo coletazo.
Un tiempo después estábamos en Trelew, Chubut, para poder bucear en Puerto Madryn tuvimos que alterar una excursión, madrugamos, fuimos a pié hasta una terminal de ómnibus viajamos 60 km, caminamos hasta un muelle, tomamos una lancha, nos pusimos trajes de neopreno y por fin llegamos mi esposa, una bióloga marina, el instructor y el autor.
Fui el primero en sumergirme, era un lugar lleno de peces algunos bastante grandes y mansos algo difícil de encontrar, había mucho que ver en el fondo marino pero como siempre algo extraño tiene que pasarme, al acercarme a unas rocas una potentísima luz me encegueció, ¡Caramba...que es esto, estoy en el fondo del mar que puede haber sido eso...! retrocedí hasta que el guía me tomó de un brazo y me corrió para un costado, en eso ascendía una medusa, un ser extraordinariamente bello y justo cuando pasaba delante mío otro fogonazo de luz colmó mi capacidad de asombro.
Fui el primero en sumergirme, era un lugar lleno de peces algunos bastante grandes y mansos algo difícil de encontrar, había mucho que ver en el fondo marino pero como siempre algo extraño tiene que pasarme, al acercarme a unas rocas una potentísima luz me encegueció, ¡Caramba...que es esto, estoy en el fondo del mar que puede haber sido eso...! retrocedí hasta que el guía me tomó de un brazo y me corrió para un costado, en eso ascendía una medusa, un ser extraordinariamente bello y justo cuando pasaba delante mío otro fogonazo de luz colmó mi capacidad de asombro.
Una hermosa medusa, atrás el autor a la izquierda el guía.
Cuando emergimos el guía me pidió en secreto que no les diga a los otros que en el fondo del mar está escondido un fotógrafo.
Seguidamente se sumergió mi esposa que lo hacía por primera vez con equipo de buceo ya que con snorquel lo había hecho en muchísimos lugares
Seguidamente se sumergió mi esposa que lo hacía por primera vez con equipo de buceo ya que con snorquel lo había hecho en muchísimos lugares
Un pez bastante grande atrás Nélida Pereyra y el instructor.
Contar todas las anécdotas de nuestro peregrinar submarino nos demandaría decenas de páginas, además no poseemos equipamiento para fotografía submarina es por eso que la foto (1) el Cristo de Cozumel no es foto del autor y si alguien se siente molesto por haberla utilizado me lo dice y la elimino.
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