Caza a reacción Morane Saulnier
A la izquierda el autor con el paracaídas puesto que hace de asiento en el caza a reacción Morane Saulnier, adelante iban los pilotos y atrás un riojano y yo. Encendieron los reactores y rápidamente tomamos altura, como seguramente los abrumaríamos con nuestros expresiones de emoción en este primer vuelo y advirtiendo nuestra tonada norteña, los pilotos comenzaron a hacer acrobacias de todo tipo con el fin de asustarnos. Comenzaron invirtiendo el avión con lo que en lugar de mirar el cielo veíamos la tierra abajo, lo estabilizaron preguntándonos si nos había gustado. Si, si.. le dijimos, acto seguido hicieron un “looping”, la fuerza centrífuga de este giro vertical nos aplastó contra los asientos (nuestros paracaídas), y el riojano empezó a sentir el efecto de estas bruscas maniobras, siguieron “tirabuzones” y otras piruetas hasta que llegó lo peor.
Uno de los pilotos dándose vuelta nos preguntó:
- Muchachos, ¿quieren que peguemos una frenada en pleno vuelo?
- ¡AH!... que pícaros que son..., van a frenar un avión, ja ja claro ¿freno de avión es como timbre de mausoleo no?
- ¡HEY!... que graciosos que son... ¿así que según ustedes el avión no tiene frenos..?
-Ja ja ¡claro.. es como bocina de avión!
-Ja ja ¡claro.. es como bocina de avión!
-¡AH!... pero que graciosos estos norteños, dijo un piloto, ya van a ver lo que les va a pasar...amenazó.
Tablero del Moran Saulnier
- Miren la parte de atrás de las alas, vamos a sacar los “spoilers” y los “flap” dijo uno de ellos, nosotros creíamos que era otra broma más.
- Pero antes observen el altímetro dijo, señalando uno de los tantos chirimbolos del tablero.
Marcaba 6.500 metros de altura y viajábamos a unos 700 kilómetros por hora. La aplicación de estos spoilers fue tan brutal que las correas de los paracaídas que nos cruzaban el pecho, prendidas a la cabina por nuestras espaldas, se hundían en la poca carne que teníamos en esa época. Era tan brusca la desaceleración que la presión de las correas no nos permitía respirar y el riojano comenzó a ponerse colorado, no aflojaban el frenado, cayendo la máquina vertiginosamente hacia el suelo. A pocos metros de un aparente impacto quitaron los spoilers y aceleraron al máximo, trepando el caza nuevamente a toda velocidad. Lamentablemente mi compañero no aguantó más y pidió que de inmediato lo devolvieran a tierra y de esa manera terminaba anticipadamente el bautismo en el aire .
En otra oportunidad, viajaba en un Avro de Aerolíneas Argentinas que debía hacer escala en Córdoba para reabastecer combustible pero cuando llegamos, ya de noche, el avión daba vueltas y vueltas al aeropuerto pero no aterrizaba. Los pasajeros comenzaron a murmurar y se percibían señales de desasosiego. Como iba en una ventanilla y era un viajero frecuente notaba algo raro, la pista no estaba iluminada. De pronto la voz del comandante descargó la adrenalina, dijo: ”...señores pasajeros, el comandante les informar que el avión se esta quedando sin combustible... no pudimos aterrizar por cuanto un pirata aéreo ha secuestrado un avión de Austral y exige que las luces de las pistas permanezcan apagadas, pedimos que iluminen una pista lateral con balizado manual pero la tarea va lenta y deberemos aterrizar de cualquier modo”. “Tripulación: prepararse para un aterrizaje de emergencia, rogamos tranquilidad a los pasajeros”.
A partir de ese momento el avión se transformó en un caos, gritos desgarradores partían de diferentes asientos, lamentaba viajar solo porque me hubiera gustado descargar la angustia contenida, pero percibir el miedo que se iba apoderando de la gente, me llevó a exigirme autocontrol. ¡No puede ser que haya llegado mi hora! pensaba, vamos a poder aterrizar, afrontaba la situación con coraje pero tenso. Algunas personas reclamaban calma a los gritos, pero había mujeres que lloraban. Por fin el avión casi en plena oscuridad tocó tierra sin mayores problemas, en una pista secundaria vinculada a la cabecera de la principal. Pero la tranquilidad del aterrizaje iba a durar poco.
Como el avión detuvo los motores y hacía calor, abrieron una puerta delantera, nadie podía bajar porque no había escalerilla. A partir de ese momento comenzó dentro del avión una serie de sucesos, un hombre alto y corpulento se paró adelante, dijo pertenecer a los servicios secretos y que conduciría la situación, como pronto apagaron las luces interiores del avión apenas si lo distinguíamos. El comandante cada tanto daba un parte, a través de azafatas de lo que le transmitían de la torre de control, dando cuenta de la situación caótica que había en el aeropuerto ya que las negociaciones con los secuestradores no avanzaba.
Transcurrían las horas y el supuesto “agente” había dicho tantas cosas acerca de los posibles desenlaces del secuestro que no sabíamos si debíamos tranquilizarnos o preocuparnos. De pronto se encendieron las luces de la pista principal y se informó que el avión de Austral despegaría con un grupo de secuestradores a bordo. El avión recorrió toda la pista lentamente sin levantar vuelo con luces delanteras potentes, cuando iba llegando al lugar donde estaba el nuestro, el “agente” dijo que al vernos podrían ametrallarnos por lo que nos obligó a tirarnos a todos en el pasillo, fue tremendo, en la oscuridad y en un pasillo tan estrecho no cabíamos por lo que unos estaban aplastando a otros y para colmo de males el avión secuestrado al girar para despegar nos vio y se detuvo alumbrándonos por la puerta abierta, el caos era mucho peor que cuando nos anunciaron el aterrizaje de emergencia. Esperábamos las ráfagas de ametralladora en cualquier momento.
Por fin el avión despegó y el nuestro pudo llegar al aeropuerto, era un mundo de gente y de periodistas, un hombre de sombrero negro con un cuello de toro, mantenía contra la pared elevándolo del suelo a uno de los pasajeros de Austral que habían dejado bajar del avión, lo increpaba a viva voz con acento extranjero, decían que era uno de los agentes de la CIA que intervinieron en el caso.
El resto de lo ocurrido fue de público conocimiento, dejo muchísimas otras anécdotas para otros capítulos.
Nota: He agregado varias fotos en los capítulos anteriores, también logré digitalizar algunas diapositivas como la de este capítulo lo que me permitirá agregar en los próximos días muchas otras imágenes.
A partir de ese momento el avión se transformó en un caos, gritos desgarradores partían de diferentes asientos, lamentaba viajar solo porque me hubiera gustado descargar la angustia contenida, pero percibir el miedo que se iba apoderando de la gente, me llevó a exigirme autocontrol. ¡No puede ser que haya llegado mi hora! pensaba, vamos a poder aterrizar, afrontaba la situación con coraje pero tenso. Algunas personas reclamaban calma a los gritos, pero había mujeres que lloraban. Por fin el avión casi en plena oscuridad tocó tierra sin mayores problemas, en una pista secundaria vinculada a la cabecera de la principal. Pero la tranquilidad del aterrizaje iba a durar poco.
Como el avión detuvo los motores y hacía calor, abrieron una puerta delantera, nadie podía bajar porque no había escalerilla. A partir de ese momento comenzó dentro del avión una serie de sucesos, un hombre alto y corpulento se paró adelante, dijo pertenecer a los servicios secretos y que conduciría la situación, como pronto apagaron las luces interiores del avión apenas si lo distinguíamos. El comandante cada tanto daba un parte, a través de azafatas de lo que le transmitían de la torre de control, dando cuenta de la situación caótica que había en el aeropuerto ya que las negociaciones con los secuestradores no avanzaba.
Transcurrían las horas y el supuesto “agente” había dicho tantas cosas acerca de los posibles desenlaces del secuestro que no sabíamos si debíamos tranquilizarnos o preocuparnos. De pronto se encendieron las luces de la pista principal y se informó que el avión de Austral despegaría con un grupo de secuestradores a bordo. El avión recorrió toda la pista lentamente sin levantar vuelo con luces delanteras potentes, cuando iba llegando al lugar donde estaba el nuestro, el “agente” dijo que al vernos podrían ametrallarnos por lo que nos obligó a tirarnos a todos en el pasillo, fue tremendo, en la oscuridad y en un pasillo tan estrecho no cabíamos por lo que unos estaban aplastando a otros y para colmo de males el avión secuestrado al girar para despegar nos vio y se detuvo alumbrándonos por la puerta abierta, el caos era mucho peor que cuando nos anunciaron el aterrizaje de emergencia. Esperábamos las ráfagas de ametralladora en cualquier momento.
Por fin el avión despegó y el nuestro pudo llegar al aeropuerto, era un mundo de gente y de periodistas, un hombre de sombrero negro con un cuello de toro, mantenía contra la pared elevándolo del suelo a uno de los pasajeros de Austral que habían dejado bajar del avión, lo increpaba a viva voz con acento extranjero, decían que era uno de los agentes de la CIA que intervinieron en el caso.
El resto de lo ocurrido fue de público conocimiento, dejo muchísimas otras anécdotas para otros capítulos.
Nota: He agregado varias fotos en los capítulos anteriores, también logré digitalizar algunas diapositivas como la de este capítulo lo que me permitirá agregar en los próximos días muchas otras imágenes.
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