domingo, 18 de noviembre de 2007

11 - La cultura del bombo

Enriqueciendo con hechos actuales la historia de “La Barra”, cuento que días pasados me dirigía al local de verano del foro, al lado de la Iglesia, pero había en la plaza de Tinogasta un acto contra la minería.

Hablaba un individuo forastero que contaba con una “barra” que a cada frase rimbombante, golpeaban un bombo como para reafirmar lo que decía. Nos cayó muy mal porque la onda sonora del bombo hace vibrar la caja torácica, donde hay vísceras como el corazón a las que el imaginario popular le atribuye la residencia de las emociones y el tema a tratar era lo suficientemente complejo como para que actúen las neuronas del cerebro donde reside la razón y éstas son perturbadas por la polución sonora.

Pero para nosotros no es un problema nuevo, sabemos claramente el significado del bombo: es el menosprecio de la inteligencia ajena, es la soberbia de querer imponer ideas por la fuerza. Proviene de las técnicas fascistas incorporadas a las muchedumbres por el peronismo en el siglo pasado. Además se suma el volumen de los altavoces y el ruido permanente con lo que se anula la capacidad de discernimiento del auditorio.

A los pocos días vemos que en el mástil de la plaza se autoriza un espectáculo nocturno de una iglesia que se presenta con una orquesta y los infaltables bombos y baterías a destruir los tímpanos de los transeúntes, evitar cualquier diálogo entre las personas, molestar a los enfermos en decenas de manzanas a la redonda y a no dejar descansar al que tiene que salir a trabajar temprano al otro día.

En fin, la brutalidad en estado puro, pero no solo de estos personajes mucho más cercanos al demonio que a Dios, sino la brutalidad sin atenuantes de nuestras autoridades, que dan los permisos para que se violen todas las leyes de protección ambiental, en las que la polución sonora es una de las más dañinas a la salud física y mental de la población.

Pero esta lucha no es de ahora, ni es la plaza el único lugar donde se masacra a la población con los ruidos insoportables, cada vez que hay un baile, o un bingo, o cualquier acontecimiento en algún local céntrico al menos 100 manzanas a la redonda deben resignarse a no poder dormir por cuanto en Tinogasta, pareciera que aún no llegó el mensaje primordial de la civilización que dice: “ los derechos de uno terminan donde comienzan los ajenos”.

Para los tinogasteños incivilizados que cometen estos delitos, el otro no existe, unos pocos centavos a ganar son suficientes para ignorar la molestia ajena.

En este contexto ya podemos hacer alguna reflexión sobre el tema de los “ambientalistas” de Tinogasta, es increíble que desde las escuelas se incite a los jóvenes a pegar carteles en las viviendas privadas, donde gente quizás con muy pocos recursos han hecho pintar la casa o las tapias para embellecer el pueblo y los “alumnos” la llenan de grafitis y pegatinas señal de la barbarie propia y adquirida en las escuelas.

Uno de esos carteles decía: “No me maten”, “No a la minería”, desde este blog les digo a los jóvenes: no es la minería las que los va a matar sino la ignorancia, la pobreza, los maestros corruptos que cobran y viven de paro o con licencia, la falta de virtud de la clase dirigente, la falta de ética en el despilfarro de fondos coparticpados y la falta de conocimientos para desarrollar una región.

Tinogasta se ha quedado sin fuentes de trabajo y se oponen a cualquier fuente de trabajo, deben averiguar lo que pasa en el resto del país para comprobar que este pueblo es el único que no progresa, es el pueblo con más éxodo poblacional y ustedes serán los responsables ante la historia de haberse esforzado para que no haya trabajo.

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