A la izquierda camino a Los Hornos, a la derecha por Mesada de Zárate hasta Arenas Blancas.
El domingo 18 de abril partimos de Tinogasta a las 10 de la mañana. A los 120 Km y18,8 Km más delante de Palo Blanco, entramos al camino a Las Papas (S26º 59,240 W67º 46,927). A fin de que los aventureros que visiten estos hermosos lugares comparen las dos variantes que existen para llegar al altiplano, agregamos el recorrido por Mesada de Zárate (trazo derecho) y que fuera comentado en el post Nº 80 – Arenas Blancas.
Río en el camino a Las Papas
Yendo desde Palo Blanco a Mesada de Zárate, en el punto: S27º 10,703 W 67º 44 a mano izquierda, comienza el largo, sinuoso y pintoresco camino hacia Las Papas que mide 28,8 Km, y cruza casi 100 veces el río, no obstante puede hacerse sin problemas en una camioneta de tracción simple dado el poco caudal y la firmeza del terreno, el recorrido dura unas dos horas y es un verdadero muestrario de formaciones geológicas muy diversas.
Formaciones gredosas sobre un cerro cubierto de arena
Sedimentos adheridos a la montaña
A diferencia del camino por la cuesta de Mesada de Zárate, éste con un ascenso gradual hasta Las Papas (2.690 m.s.n.m.) no tiene ninguna subida pronunciada, en aquel las camionetas de tracción simple y escasa potencia, no pudieron pasar las cuesta, porque se apunaron a 3.200 m de altura.
Llegada a Las Papas
Al llegar se acercaron algunos pobladores que al vernos consultar el GPS se adelantaron a informarnos que “Las Papas” no figura en estos dispositivos. Con un trato muy cordial nos condujeron hasta una placita con enormes sauces donde dejamos las camionetas y bajamos los cuatriciclos. Nos explicaron como llegaríamos hasta Los Hornos que quedan a 18,4 Km por un camino de cornisa, habían pasado en lo que va del año más de 100 camionetas 4x4 por esta localidad.
Vista de Las Papas desde el camino de cornisa a Los Hornos
Ya en cuatriciclos subimos por un camino de cornisa desde donde se ve un paisaje espectacular.
Caballos pastando miran sorprendidos
Las montañas que pertenecen a la cordillera transversal de San Buenaventura, ofrecen contrastes sorprendentes de colores, hacia el oeste de colores oscuros y sin vegetación y hacia el este claros, con arbustos y pastizales.
Al fondo el oeste oscuro y sin vegetación
En todo este trayecto encontramos a numerosos pobladores. Unos haciendo quesillo de cabra, otros recolectando hierbas medicinales, varios pastores de cabras y arrieros llevando mulas y caballos.
Vista del camino de cornisa
Al llegar a Los Hornos: (S26º 53,034 W67º 46,927), no pudimos acercarnos a las vertientes que forman estos conos blancos por cuyo extremo superior sale agua caliente (unos 60 ºC) y que al evaporarse va dejando las sales que a su vez forman los conos u “hornos” dado la hora y los 800 metros que hay que caminar hasta allí en un lugar donde se siente la puna.
Los Hornos desde la cuesta con un teleobjetivo
En las ya numerosas aventuras realizadas con Niz y su esposa Teresa, como también Nélida la infatigable compañera del autor, pese a todas las peripecias que pasamos, nunca se quejaron de algo, siempre con una sonrisa están a la espera de la próxima vivencia.
Teresa, el “Flaco Niz” y Nélida
De regreso tomamos el camino hacia Antofagasta que nos lleva en muy pocos kilómetros al gran valle de “El Arenal”, en la siguiente foto arriba a la derecha se ve parte del campo de Arenas Blancas que describimos en el post 80.
Campo El Arenal
A muy pocos kilómetros, oculta tras una montaña está una laguna con flamencos y garzas, pero lo avanzado de la hora no nos permitió acercarnos mas que hasta el borde.
Laguna
Bajando de regreso nos encontramos con un arriero al que perjudicamos en forma involuntaria, el grupo de mulas y caballos que arreaba no nos daba paso y al asustarlos con los cuatriciclos comenzaron a tirar patadas a diestra y a siniestra.
Arriero
Necesitábamos bajar urgente porque de noche no veríamos el camino de salida de los pasos del río y las mulas no nos dejaban pasar, nos acercábamos a la tropilla pero echaron a correr y nos tiraban piedras con las pezuñas herradas, aceleramos hasta que muchos kilómetros adelante un ensanchamiento de la cuesta nos permitió por fin adelantarnos.
Arreando mulas con el cuatriciclo
Al atardecer el sol ilumina las montañas del este, llenas de color.
Paisaje al atardecer (ver la sombra de las flores)
Al llegar a la ruta ya era de noche, el asado programado para el medio día pasó a ser la cena que Niz preparó en la finca Istataco a las 21 horas. Menos mal que habíamos comprado por las dudas unos sándwiches en Saujil que comimos en Los Hornos a las 17 hs.
Cuando volvíamos a Tinogasta tras ese largo pero hermoso domingo, reflexionábamos que el cansancio pasa pero los recuerdos quedan como un tesoro para toda la vida.
2 comentarios:
Cuantas maravillas! lo felicito por el blgo
Un tema interesante sobre un problema del alcohol en la sociedad http://www.dspace.espol.edu.ec/handle/123456789/8970
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