sábado, 19 de abril de 2008

34 - El fin del mundo

A medida que nos acercábamos a destino, las turbulencias que sacudían el avión eran cada vez más fuertes, se estremecía tanto que por momentos nos separábamos del asiento para caer bruscamente en él una y otra vez, aferrados a los apoyabrazos, el crujir del fuselaje se confundía con los gritos de los pasajeros, el comandante pedía calma y anunciaba el inminente aterrizaje.

Fue un descenso abrupto, las ruedas del tren de aterrizaje rebotaban de un lado y del otro hasta que por fin la nave pudo asentarse y carretear, el comandante habló informando que las condiciones del viento superiores a 100 km/hora hubieran lanzado el avión a las aguas de la bahía de Ushuaia de no haber existido el nuevo aeropuerto internacional en dirección este – oeste que había sido inaugurado poco tiempo antes.

Al abrirse la puerta trasera del avión que contaba con una escalerilla y comenzar a descender los pasajeros, el viento era tan fuerte que al soltar el pasamanos nos lanzaba contra una red formada por gendarmes tomados de la mano en semicírculo que atajaban a las personas y sus pertenencias que pese a todo, algunas maletas eran arrancadas de las manos y volaban por el aire o se arrastraban por la pista desparramando su contenido hasta caer en las aguas del canal de Beagle.


De esta manera iniciábamos nuestra imperdible visita a Ushuaia la “ciudad del fin del mundo”.

Cartel en Ushuaia

Tras recorrer la ciudad llegó la noche y la primera sorpresa, eran las 23 horas y todavía se veía el resplandor del sol en un cuarto del cielo dejando el otro cuarto del sur en penumbras y la mitad del norte totalmente obscura.

En una hermosa noche visitamos un casino donde las paredes estaban repletas de whiskies de todo el mundo, al pedir una medida, la bella señorita que nos atendía se sorprendió de la marca nacional que le pedí (en la suposición que las otras marcas fueran muy caras) pero trajo la solicitada, al rato pedí otra medida y cuando le confirmo la misma marca la señorita me dijo:

- Disculpe señor, pero quizás usted no sepa que Usuhaia es una zona franca, es un área aduanera libre de impuestos por lo que todos los whiskies valen lo mismo.

- No me diga le contesté y ¿cuál me recomienda?

- Pruebe éste me dijo, trayéndome una famosa marca que tiene solo dos letras.

Aprovechamos para probar varios escoceses, al salir estaba nevando.

Vista de Ushuaia desde el canal de Beagle

Al día siguiente fuimos a la estación del “Tren del fin del mundo”,en el que los presos de la “Cárcel del fin del mundo” ahora “Museo del fin del mundo” iban a talar bosques, entre los presos famosos que estuvieron en esa cárcel, según nos informaron, figura nada menos que Carlos Gardel, compartiendo escenario con personajes macabros como el “Petiso Orejudo”. Pero bueno es decirlo no pareciera seguro que el Zorzal Criollo hubiera estado allí, más lo atribuyen a una leyenda para atraer turistas que a la realidad.

Estación del “Fin del mundo”


El tren recorre unos hermosos paisajes pero de pronto se ven árboles secos, explicándonos que es el efecto de un grave error producido a mediados del siglo pasado cuando trajeron castores de Canadá para impulsar la industria peletera, pero en Tierra del Fuego no existían los depredadores naturales, lobos y osos, multiplicándose entonces los castores sin límite, dañando el ecosistema ya que roen los troncos de "lengas" y otros árboles y por los diques que hacen estos animales para proteger sus madrigueras que inundan los valles pudriendo las raíces de los árboles.
Parada del tren del “Fin del mundo” en un paraje de Tierra del Fuego

También visitamos el lago Fagnano, al regresar de este espectacular paseo paramos a almorzar un riquísimo cordero patagónico en una posada en medio del campo, todos los participantes nos sentamos a una larga mesa, en frente mío estaban dos chicos con una señora muy elegante y buena moza que parecía ser su abuela, como los chicos no hablaban nada se me ocurrió decirle a la señora:

- ¡Que calladitos son los chicos!

- Es que son muy educados, me respondió la señora.

Me quedé pensando..., ellos si lo eran.

Vista del lago Fagnano



Para el recuerdo en el Lago Fagnano

Otro día nos embarcamos hacia el canal de Beagle, íbamos a conocer el faro del “Fin del mundo” en alusión al libro del mismo nombre de Julio Verne.

Navegando por el canal de Beagle gran cantidad de pingüinos y focas.


Faro del fin del mundo a la derecha



Otra vista del faro del “Fin del mundo”

Es posible que todo lo que se da en llamar “Fin del mundo” provenga de la obra de Verne.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy lindas tus fotos y tu comentario sobre el fin del mundo ,,un abrazo negro segui asi ,desde Alamos tu amigo .