El Dolphin, barco de regular tamaño había anclado en el puerto de Nassau en la mayor isla de Las Bahamas. Entre las propuestas para aprovechar el día figuraba un viaje en una embarcación más pequeña a una isla lejana perdida en la inmensidad del Océano Atlántico, el objetivo era alcanzar un lugar aislado del bullicio, una isla con solo algunas palmeras, la playa y el inmenso océano haciéndonos sentir las únicas criaturas vivientes en un lugar recóndito del planeta, hacia allí fuimos en busca de la ansiada paz, alejados del trabajo, el teléfono, los negocios y los asuntos cotidianos, era encontrar por fin un remanso espiritual, un merecido descanso.
Al llegar, tal lo prometido comprobamos lo pequeña que era la isla, unos 400 metros de largo por igual de ancho, con más palmeras que las imaginadas y playas que al menos a la mañana la bañaban aguas transparentes y tranquilas. Nos pusimos a nadar y a bucear por entre arrecifes de coral hasta el mediodía.


Playa con rocas y corales en el Atlántico norte

¿Usted es de Tinogasta?,
¿Qué es esto? pensé, ¿dónde estoy?, ¿acaso no es ésta una isla perdida en el Atlántico norte?, ¿quién puede hablarme justamente aquí y en castellano?, ¿tan mal me hizo la cerveza? Entonces se dio este insólito diálogo:
- ¿Cómo sabe que soy de Tinogasta? le pregunté.
- Por la tonada, me contestó.
- ¿Usted conoce Tinogasta?
- Si antes iba siempre ahora mando mis camiones.
- Seguidamente me preguntó:
- -¿conoce a Quique Cuello?
Esto no puede ser pensé, no puede ser real, me esta preguntando si conozco a mi hermano...
- Es mi hermano le respondí.
- ¡Ah! usted es el hermano... ¿usted es el que me cobró caras las uvas esa vez que se le acabaron a su hermano..?
- Pero..... ¿Quién es usted? Le pregunté sorprendido.
- Yo soy Cabello, el comprador de uvas de Santiago del Estero... soy cliente de su hermano desde hace muchos años.
- ¡Ah! Usted es Cabello... pero mire que casualidad, ¡dónde nos venimos a conocer!,..pero ¿que anda haciendo por aquí?
- Todos los años vengo a pasar un mes en Estados Unidos con la familia y esta vez tomamos un crucero a las Bahamas y de ahí vinimos a esta isla.
Le di la mano y le dije... que pequeño es el mundo... y nos despedimos.
Pero ese día iba a ser duro para mi. Al rato volví al mar pero ahora el oleaje se había embravecido y agitaba fuertemente las aguas de la costa, pero el deseo de bucear era más intenso y nos sumergimos. Fue en mala hora, un golpe de corriente me lanzó violentamente contra un arrecife de cantos agudos y me produjo una profunda lastimadura en la mano, como consecuencia tuve que salir a pedir auxilio a la base ya que perdía mucha sangre. Prepararon de inmediato una lancha ambulancia y partió raudamente hacia Nassau, tardando unos 45 minutos en llegar, pero en vez de llevarme a un hospital lo hicieron al barco en el que viajaba y me entregaron al médico de ese barco que ya me esperaba porque le avisaron por radio.
Me hicieron varios puntos de sutura, el cirujano hablaba a una oficina gubernamental dando el parte del accidente, me explicaron que no debía pagar nada porque el gobierno de Las Bahamas tiene un seguro que protege a todo turista que llega a su país.

A la noche el barco emprendió el regreso hacia Miami, como es de estilo y siendo la última noche del crucero nos vestimos de gala para asistir a la “cena del capitán”, exagerando nuestra puntualidad llegamos al hall de recepción unos minutos antes donde encontramos a una exuberante señorita, de unos 20 años, muy alta vestida de negro, mientras inventábamos una escusa para acercarnos a saludar a tan bella compañera de crucero que no la habíamos visto antes, ¡zas... la sorpresa se presentaba nuevamente!: de rigurosa etiqueta se acercaba el padre y la madre del monumento: el señor Cabello y su señora...
¡Amigo Cabello....! le dije, no me diga que usted también viaja en este barco..., nos presentó a su señora y a su espectacular hija y departimos un largo rato.
Para rematar la noche fuimos a un night club que tenía una larga barra donde mujeres solas esperaban al .. príncipe soñado que no fue, a derramar el rimero melodioso de su voz... Nosotros, viendo que nadie bailaba en una pista de parquet que atravesaba todo el ancho del barco, nos acercamos al disc yockey y pedimos que tocara algunos tangos.
Pero notaba algo raro, parecía que el barco estaba muy inclinado a estribor, una inclinación era normal pero no que fuera tanta y que no cediera, quizás bebí demasiado en la cena del capitán pensé. Apenas se insinuaron los acordes del 2 x 4 salimos a recorrer la pista derrochando cortes y quebradas hasta que se acabó la pista y casi pasamos de largo, al encarar el regreso hacia babor, avanzar se hacía muy cansador y no pudimos terminar los tangos que ponía el disc yockey, salimos de la pista y fuimos a preguntar a un tripulante sobre que estaba pasando, nos dijo que el barco avanzaba con una inclinación de 20 grados hacia estribor a causa de un fuerte y persistente viento en el lado opuesto.
Así terminaba otra demostración de lo pequeño que es este mundo..
¡Amigo Cabello....! le dije, no me diga que usted también viaja en este barco..., nos presentó a su señora y a su espectacular hija y departimos un largo rato.
Para rematar la noche fuimos a un night club que tenía una larga barra donde mujeres solas esperaban al .. príncipe soñado que no fue, a derramar el rimero melodioso de su voz... Nosotros, viendo que nadie bailaba en una pista de parquet que atravesaba todo el ancho del barco, nos acercamos al disc yockey y pedimos que tocara algunos tangos.
Pero notaba algo raro, parecía que el barco estaba muy inclinado a estribor, una inclinación era normal pero no que fuera tanta y que no cediera, quizás bebí demasiado en la cena del capitán pensé. Apenas se insinuaron los acordes del 2 x 4 salimos a recorrer la pista derrochando cortes y quebradas hasta que se acabó la pista y casi pasamos de largo, al encarar el regreso hacia babor, avanzar se hacía muy cansador y no pudimos terminar los tangos que ponía el disc yockey, salimos de la pista y fuimos a preguntar a un tripulante sobre que estaba pasando, nos dijo que el barco avanzaba con una inclinación de 20 grados hacia estribor a causa de un fuerte y persistente viento en el lado opuesto.
Así terminaba otra demostración de lo pequeño que es este mundo..