sábado, 6 de diciembre de 2008

58 - Un país chiquito

Recorriendo las calles de la bella ciudad de Buenos Aires, un cúmulo de impresiones conducen a reflexionar sobre la mala suerte que tuvo nuestro país, que por una encrucijada de la historia allí por la década del 40, perdiera en forma casi irreversible su destino de grandeza tal como fuera diseñado y puesto en marcha por la generación del 80 en el siglo IX.

Ver los edificios construidos a fines del IX y principios del XX, por citar algunos: los de la Avenida De Mayo, de diagonal Norte, el Banco de la Nación creado por Pellegrini, el Congreso, el teatro Colón, el de Obras Sanitarias en la avenida Córdoba e infinidad de otros, dan cuenta de la grandeza de los políticos de aquella época, mentes brillantes que construyeron un país donde no existía nada, con escasa población y asolada por luchas internas. Desde ese punto de partida, llevaron a Argentina en pocas décadas a ser la sexta potencia económica del mundo y junto con Estados Unidos una de las opciones preferidas para los inmigrantes de todo todas las nacionalidades.

La constitución que rigió durante los años de permanente progreso y crecimiento fue la constitución liberal de 1853 que mucho se debe a Juan Bautista Alberdi, inspirada en la de los EE UU. Cuando el gran tucumano decía “gobernar es poblar” se refería a poblar con gente civilizada, que trajera las semillas del conocimiento y la tecnología que en Europa tenía muchos siglos de evolución, no se refería a traer cualquier italiano o español sin destino para tener a quien censar en estas pampas. Argentina era tan despoblada que tenía menos habitantes que Chile y que Bolivia, estaba todo por hacerse, se necesitaba gente con destreza y una fuerte ambición de progreso para construir tan de abajo.
Cuando los revisionistas, estigmatizan a la constitución del 1853 y a la generación de los ’80 por considerarlas de origen y mentalidad extranjera, parecen olvidar las cifras del cuadro anterior, que hablan a las claras de una etapa de éxito sin precedentes, aumentaron la población más de diez veces y ya en 1916 entregaron una nación entre las más ricas del orbe . Inútiles son entonces las críticas, cuando provienen de quienes no hicieron nada que se le parezca a esta hazaña épica.

Pero el colapso del sistema de grandes potencias de Europa que condujo a la 1ª guerra mundial y después a la segunda, con el nacimiento de regímenes totalitarios corporativistas como el de la Italia de Benito Mussolini, inspiraron a nuestro enviado a ese país el capitán Perón, quien había participado en el golpe de estado que derrocó en 1930 a Hipólito Yrigoyen ; a su regreso en 1941 fue ascendido a coronel y en 1943 participó del golpe de estado que derrocó al presidente Ramón Castillo.

Este militar golpista y admirador del fascismo, que padecía de resentimiento social, en vez de superarlo y sumar su carisma y liderazgo a una causa que comprometiera a todos en una democracia moderna, al llegar al poder en 1946, proyectó su resentimiento contra un sector del pueblo al que llamó “oligarquía” y que era justamente la que había protagonizado el más espectacular proceso de crecimiento, inversión y desarrollo de nuestra historia, enfrentándolo inútilmente con la gente trabajadora a la que llamó sus “descamisados” dando lugar a un período sórdido de nuestra historia alentando la lucha de clases, lo más funesto que puede ocurrirle a un país y que determinó el comienzo del fin de esta “gran esperanza americana” como nos llamaban por aquel entonces.

Pero volviendo a la actualidad, estos 60 años de peronismo, que aunque no siempre estuvo en el poder jamás se desarticuló el esquema corporativo y antidemocrático que subyace en la mente de sus seguidores nos encuentra en un país fracasado. Caminar por Buenos Aires ya no evoca a París, como en los buenos tiempos, hoy la ciudad vive un clima irrespirable de tensión, las calles bloqueadas a cada paso por manifestantes, piqueteros, gente de innumerables villas de emergencia, huelgas imprevistas de sectores gremiales que dejan a la gente sin servicios esenciales, una inseguridad que se cobra numerosas víctimas cada día, el aumento de la drogadicción y el crimen perpetrado por menores, son la “postal” de nuestra realidad actual.

Por otra parte escucho que Brasil se está convirtiendo en una potencia militar, que todos sus ciudadanos hacen el servicio militar y se ampliará la participación de las mujeres, han reactivado todas sus fábricas de armamento y van a construir con Francia el primer submarino atómico de Sudamérica, que con su PBI superior a un billón de dólares es país líder de la región. Nosotros en cambio hemos destruido nuestras fuerzas armadas, hemos puesto a una ex guerrillera de ministro de defensa y en lugar de servicio militar lanzamos a los jóvenes desarmados en manos de los narcotraficantes.

Estas reflexiones al pasar muestran una sociedad desvirtuada, que elige políticos corruptos y que está embretada en un esquema de clientelismo perverso del que no puede salir, porque el que vende su conciencia por una prebenda cualquiera, es el verdadero responsable de que aquella gran Argentina del pasado, sea hoy un país chiquito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola mi querido amigo,

La pura verdad ,no hay mas que agregar,pero me gustaria decirte que de esperanzas tambien se vive,
Creo que hay que ser optimistas ,,
de todas maneras ,te doy toda la razon del mundo ,lo que decis ,por las verdades,hablando de otra manera y viendo las cosas ,creo que es muy dificil de salir adelante ,con la clase,de



gobernantes,que tenemos,quisiera que entres a ver los protocolos de los sabios de sion ,ahi te daras cuenta como esta lleno de titeres en todos los paises del mundo ,y nosotros....bueno no es mucho darles un poco de insultos a esos politico carro'eros,un abrazo mi amigo desde Alamos tu amigo de siempre,

César dijo...

Gracias Omar por tus siempre oportunos comentarios, he leído el libro que citas y también el Judío Internacional de Henry Ford, en verdad es como para pensar que los Kirchner han venido a ejecutar el programa al pié de la letra.

Un gran abrazo desde el Far West Catamarqueño.

César