miércoles, 12 de febrero de 2014

107 - Medio Oriente y Grecia (2ª parte)

El guía en Jerusalén había dejado flotando la idea de que la existencia de Jesús era según los historiadores de Israel “probable” más que segura, pero no se detuvo ahí, continuó diciendo que para ellos, los judíos, después de dos décadas de exploración arqueológica en el Sinaí, no encontraron ni un modesto cacharro que probara la veracidad del éxodo que según el Antiguo Testamento, realizó el pueblo judío guiado por Moisés, quien los habría liberado de la esclavitud en Egipto. Rabinos conservadores de Los Ángeles, han publicado ahora el libro “Árbol de la vida” que es el texto bíblico sin las narraciones de comprobada falsedad.

Cuadro de Moisés atravesando el mar Rojo
 
Recorrer Egipto, contemplando las  gigantescas pirámides de Guiza, los  numerosos templos a lo largo del Nilo, el valle de los reyes y de las reinas y  cuantas construcciones funerarias existen por doquier, hablan de una civilización gobernada por hombres de inmensa vanidad, donde el pueblo debía trabajar y pagar impuestos para que el faraón-dios construyera mausoleos que por milenios mostraran el testimonio de sus efímeros pasos por este mundo.

Vista de la parte moderna de El Cairo

Esta ciudad, la más grande del mundo musulmán con 16 millones de habitantes, tiene salvo días muy especiales un ambiente muy contaminado, a la cantidad de vehículos viejos que circulan en un tráfico caótico se suma un polvo que proviene de los desiertos circundantes y que en momentos reduce la visibilidad a unos pocos metros.
 
Pirámide de Keops vista desde la de Kefrén en Guiza, El Cairo

El faraón era considerado hijo del dios Horus, como no podía estar en todas partes nombraba sus delegados: los Sumos Sacerdotes, que gozaban de gran poder y fueron consolidando una clase sacerdotal que ya para la dinastía XVIII, disputaban el poder al faraón. 

A la izquierda estatua de Pinedyem I, Sumo Sacerdote de Amón, situada en el primer patio del templo de Karnak.

 Representación figurada de la sala hipóstila del templo de  Karnak

Entrada al templo de Karnak en Luxor

En una sociedad tan desigual, debieron desarrollarse poderosos mecanismos de dominación y es justamente en Egipto donde la creencia de la vida después de la muerte, alcanza su máximo desarrollo y servirá de base para que más adelante, las religiones monoteístas, lleven también las esperanzas y las ilusiones de los hombres a otro mundo en el más allá, llenos de promesas de compensación por los sufrimientos que padecieron en este mundo.
Templo de Kom Ombo a orillas del Nilo

Visitábamos el templo de  Kom Ombo, cuando el guía nos mostró un misterioso pasillo por el cual un sacerdote llegaba hasta un agujero en la pared, comienzo de un tubo que amplificaba su voz hasta llegar al techo de la parte del templo, donde el pueblo presenciaba la ceremonia. Cuando los sacerdotes que oficiaban los rituales llegaban al punto de invocar al dios, éste con voz grave se dirigía al pueblo, ordenándoles quizás que cumplan con el pago de los impuestos al faraón, de esta forma el sacerdote locutor haciéndose pasar por dios, llenaba de terror a los evasores de la época.

Vista de Kom Ombo donde se ve el nilómetro (Google Earth)

Existía también una numerosa burocracia entre los que destacaban los cobradores de impuestos. El nilómetro que se ve en la imagen se usaba para determinar cuánto debían recaudar de impuestos ya que los sembradíos se extendían hacia las orillas de Nilo según la altura alcanzada por las crecidas. Que el nilómetro estuviera al lado del templo nos advierte del entramado existente entre los intereses económicos de la clase dominante y la religión utilizada como mecanismo de dominación.


Akenatón y Nefertiti

Enfocamos ahora la atención en un faraón: Akenatón, durante esta dinastía Egipto alcanzó su máximo esplendor, después de echar a los hicsos de las dinastías XV y XVI, se inicia el período llamado Imperio Nuevo que extendió sus fronteras a Palestina y Siria, llegando hasta Mesopotamia. Fue entonces cuando Akenatón fundó la ciudad de Amarna, estableció la existencia de un solo dios: Atón y prohibió el culto a Amón y todos los demás dioses, con lo que intentó poner un límite al poder de la clase sacerdotal de Amón. Este faraón y su hermosa y hábil esposa Nefertiti, comprendieron la necesidad de unificar los dioses regionales en un solo dios universal que pudiera imponerse en los nuevos pueblos a conquistar; así nace la primera religión monoteísta que habría más tarde de condicionar la historia de la humanidad.

Pero a la muerte de Akenatón en 1336 a.C., su hijo Tutankamón presionado por los sacerdotes de Amón, les devolvió todo su poder, no obstante un servidor muy leal de Akenatón, siguió con la antorcha del monoteísmo y logró liderar unas tribus semitas que se habían asentado en la provincia de Gosen. Ese líder es posiblemente el que la tradición judía identifica como Moisés, un egipcio [1] y el que dio comienzo a la saga del Tanaj (Antiguo Testamento), que para prosperar y adecuarla a otros lugares  y otros contextos, tuvieron que agregarle toda clase de historias, reales y ficticias, ocurridas desde Babilonia hasta Egipto a lo largo de unos 1000 años hasta el 100 de nuestra era. 

Navegando hacia Asuán por el río Nilo

Para el turista occidental, Egipto deja una huella profunda en el recuerdo, quizás por lo exótico que resulta su paisaje y su gente, bulliciosa, negociadora y tan propensa a rezar a Alá, que muchos hombres tienen una mancha en la frente de tanto golpearla contra el suelo en las oraciones orientados hacia La Meca.

El templo de Philae en Asuán

Las máscaras griegas en los capiteles del templo de Philae indican su origen ptolemaico. Recordemos que Alejandro Magno conquistó Egipto y fue uno de sus faraones, iniciando el período macedónico, a su muerte en el 323 a.C. uno de sus generales, Ptolomeo inicia la dinastía ptolemaica con capital en Alejandría, para este tiempo los judíos estaban asentados en el actual Israel y el encuentro de este pueblo religioso y monoteísta con los griegos, fue de fundamental importancia para la helenización de parte de los judíos que incorporando la ética y la filosofía griega, evolucionaron hacia una concepción más humanística y bondadosa que culminó con la figura de Jesucristo, un dios hecho hombre, lavando la imagen de Jehová un dios irascible, cruel y caprichoso.
 
Setecientos años después, en el siglo IV de nuestra era, ocurriría en Alejandría otro punto de inflexión en la historia, cuando los cristianos, ya religión de estado en el imperio romano de oriente en tiempos de Teodosio el grande, en una orgía de odio, destruyeron la biblioteca de Alejandría con sus hordas de parabolanos que también asesinaron a la matemática, astrónoma y filósofa  Hipatia, en este momento la humanidad perdía casi mil años de desarrollo del conocimiento científico iniciando otros mil años de oscurantismo y regresión para la humanidad.  
Hipatia, asesinada desnuda


[1] Sigmund Freud, MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEÍSTA: TRES ENSAYOS



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