lunes, 27 de abril de 2009

77 - Aventura en las dunas

A las 16:30 partimos de Tinogasta hacia las dunas de Copacabana pero yendo por el lecho del río Abaucán.

Lecho del río Abaucán a la altura de Tinogasta

De izquierda a derecha, Marcelo en Honda 300, Edgardo (en lo sucesivo “EL Flaco”) en Yamaha 350, Rafael en Yamaha 200, Fabio en motocicleta Honda 400, Rodi en Honda 300 y el Polaris 500 del autor. Se previno que ir por el río era divertido, pero que ensuciaríamos los cuatriciclos y los brazos, la realidad fue que salimos con barro hasta las orejas, varios nos enterramos y resulto una odisea salir por el río Colorado.

El río traía más agua que lo habitual y al tratar de atravesarlo, habiendo una barranca en la otra orilla, el Polaris que en ese momento hacía la punta, se hundió en una arena movediza asentándose el chasis, las 4 ruedas giraban libremente en el agua, fue entonces que intervino el Dr. Rodi Sosa, que resultó ser el de mayor experiencia y nos indicó como sacarlo: me hizo bajar y tomar el manubrio con la mano izquierda y con la derecha empujarlo de una baranda que tiene el portaequipaje trasero, Rodi hizo lo mismo pero acelerando con la mano derecha y con las 4 ruedas traccionando hacia atrás, mientras el Flaco empujaba de adelante y Rafael tiraba. El Polaris salió con bastante facilidad.

Un trecho adelante la barranca era más suave y pudimos pasar todos, pero el cuatrciclo de Rafael entró en una zona pantanosa y muy resbaladiza por lo que sus ruedas giraban pero sin avanzar, Marcelo, el Flaco y Fabio también se enterraron, parece que el único que pasó sin problemas fue Rodi.

Confluencia de los ríos Abaucán y Colorado

Seguimos, pasamos por el rancho donde salen los perros, pero era tal el polvo que se había levantado que no pude filmar la correría múltiple que se produjo, los perros aparecían de entre el polvo a uno y otro lado de la huella.

Duna en su punto medio

Rafael que adquirió hace poco su cuatri, no tuvo tiempo de ponerle cubiertas con tacos y de todo el grupo es el que tiene menos experiencia de manejo, es así que no pudo subir al alto que se ve en la foto anterior, Rodi entonces cambió cuatriciclo con Rafael y dando un rodeo se subió a un morro desde donde tomó impulso pudiendo subir esta verdadera prueba de fuego que hay en la duna.
Rodi subiendo el alto pero saliendo por el borde del “abismo”

Si se observa la foto anterior se ve la rueda delantera del Yamaha casi en el borde de la duna, esta arena es tan suelta que unos centímetros más lo hubieran desbarrancado.

Haciendo “cumbre” en la duna I
Ver fragmento de video en:

Entre comentarios y juegos en la arena, el sol se despedía tras las montañas, no obstante Rodi propuso ir hasta la duna II, a unos 12 km de la duna I hacia el sur, tomamos el lecho del río De la Costa y llegamos con las últimas luces del día.
 “Cumbre” en la duna II (Posición: S28º 13,791’ W67º 33,348’)

En esta suave duna, aprovechamos para hacer todo tipo de acrobacias, tanto de los cutri como la moto de Fabio, pero la oscuridad puso fin a la diversión y emprendimos el regreso de 21,6 km hasta el taller del Flaco.

Taller de Edgardo Niz

Con los cuatriciclos embarrados y la ropa otro tanto, terminaba una excitante aventura en grupo que duró 4 horas.

Al día siguiente iniciaríamos otra de características inesperadas.

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