martes, 8 de diciembre de 2009

86 - El encuentro

En un acontecimiento inédito, nos reunimos los egresados de la promoción 1968 -69 de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo el 27 de noviembre de 2009.

Roberto ANCONETANI - Raúl ARQUE LATOUR - Osvaldo Sixto BERMEJO - María Mirta BIAIÑ - Emilio CÁCERES - Kevin CAILLET BOIS - Osvaldo CAPPÉ - Héctor CHECA - Oscar César CIOTTI - César CUELLO ROCA - Raúl DEL MONTE - Eduardo DÍAZ PERALTA - Roberto DOMENECH - Graciela FASCIOLO - José G. GARCÍA SAEZ - Orlando GONZALEZ - Ernesto HUGALDE - Rolando KAISER - Carlos LARREGUY - Jorge LARRIQUETA - Alberto LASMASTRES - Erica LÓPEZ - Horacio LÓPEZ - Miguel MANZANERA - Oscar MARTÍNEZ - Antonio MÁS - Salvador MICALI, - Edgardo MOSCARDI - Dardo Roberto MUR - Juan NOLTING - Silvia OREMIANER - Rodolfo PERINETTI - Inés del Carmen RIVERA - Ángel RODRIGUEZ - Elba ROMANO - Juan Bartolomé SÁNCHEZ - Mariano SANTOS - Alejandro SCOLARO - Juan Carlos SCORDO.

La noche anterior se produjo el verdadero reencuentro lleno de emotividad tras un paréntesis de 40 años, en el que muchos de nosotros no nos volvimos a ver. En un restaurante de la ciudad de Mendoza concurrimos con nuestras esposas, quienes confraternizaron con los compañeros y entre ellas como si fuéramos amigos de toda la vida. En aquella época con este grupo, realizamos infinidad de visitas a bodegas y fábricas de todo tipo y compartimos extensos viajes de estudio por el sur y el norte del país visitando inclusive países vecinos.


En el río Paraná en un viaje al noreste (diapositiva de A. Scolaro)

Al día siguiente y tras un desayuno en la facultad, en Chacras de Coria, fuimos al salón de conferencias de la cátedra de horticultura donde escuchamos una clase conmemorativa dada por el Dr. Ing. Jorge Tacchini, que fuera nuestro profesor de Economía y Administración en la década del 60. De brillante trayectoria y con sus radiantes 82 años nos habló de cuanto cambió todo en este tiempo.

Esperando la clase de Tacchini (1ª fila 3º de corbata)

Contó Tacchini, que su esposa, también ingeniera agrónoma, iba a clase de traje y tacos altos, una vez en un trabajo práctico, los alumnos debían ir tras la mancera de un arado tirado por un caballo, lo cual para los varones no significaba un gran problema, pero esta chica ¡debió arar de taco alto!, contrastando con algunos alumnos de hoy que asisten de bermudas y hojotas.

Pasaje San Martín

Muchas de las anécdotas de aquellos años de estudiante ocurrieron en un departamento que alquilábamos en la galería San Martín (en la foto: 3º piso justo sobre el arco de entrada), Los inquilinos, varios de otras provincias o del interior de Mendoza, dedicábamos las horas libres a preparar una obra de teatro, basada en la poesía el “Fausto Criollo” de Estanislao del Campo, pero modificada de tal manera, que en la última estrofa se escondía una trampa para que cayeran los ingenuos, que veían frustrado en un instante su porvenir en las tablas.

Parte de lo que conté a lo largo de este blog y que por lo tanto hace de alguna manera a la historia productiva de Tinogasta, tiene que ver con esta etapa vivida en Mendoza, algunas decisiones administrativas claves, tomadas en los 70 en la finca” Istataco” que cambiaron rápidamente su fisonomía, habían sido estudiadas previamente en los gabinetes de esta universidad y para el posterior desarrollo de las agroindustrias sirvieron el estudio de la enología y las numerosas visitas a empresas realizadas en esta pujante provincia.

Frente actual de la facultad

En los 60 en un período de gobiernos militares, la facultad era un lugar silencioso y limpio, lo único que se podía hacer era estudiar y trabajar, no recordando referencia alguna a discusiones políticas, ni graffitis que ensuciaran el edificio como suelen verse en la actualidad en universidades de Buenos Aires o Córdoba. En la actualidad sigue siendo limpia y ordenada, llena de parques y jardines demostrando que Mendoza es una de las ciudades más civilizadas de Latinoamérica.

Aquellos que no éramos de Mendoza, contábamos con el “Hogar y Club” un lugar donde no solo almorzábamos y cenábamos, cuando podíamos nos extendíamos en interesantes sobremesas, jugábamos al ajedrez, participábamos de numerosas charlas que daban diferentes personalidades de todos los ámbitos y los viernes proyectaban películas explicadas. Este “hogar” era pago pero accesible al presupuesto estudiantil y concurrían alumnos de todas las disciplinas, es por eso que en la extensa lista de amigos había médicos, ingenieros en minas, economistas, psiquiatras, etc.