viernes, 6 de diciembre de 2013

106 - Medio Oriente y Grecia (1ª parte)


Ciudad vieja de Jerusalén vista desde el Monte de los Olivos (clic para ampliar)
El espacio entre las antiguas murallas de la vieja Jerusalén  y el punto donde está tomada esta fotografía, es un inmenso cementerio. Empezamos mostrando esta imagen, porque tres de los países que veremos, tienen en común religiones que prometieron a los hombres una vida en el “más allá”. Muchos judíos creen que cuando el Mesías venga a la tierra y pase sobre un pollino blanco, los muertos se levantarán de sus tumbas y caminarán hacia el templo que se ubicará donde hoy está la mezquita de La Roca, (edificio gris con cúpula dorada dentro de la ciudad vieja).

Iremos después al antiguo Egipto, una civilización funeraria dedicada a preparar el camino hacia la vida después de la muerte, desde las pirámides de Guiza, gigantescos mausoleos de 2600 años a.C. hasta el Egipto islámico, que como religión revelada al igual que el judaísmo y el cristianismo, creen en la vida de ultratumba.
Israel en su historia errante, fue tomando elementos y creencias de antiguas civilizaciones como la egipcia, la babilónica (el patriarca Abraham venía de Ur de Caldea), del mitraísmo, del paganismo helénico y del greco-romano, pero su historia se fue mezclando con esas creencias  y plasmándose en libros como La Biblia, que  quizás por su carácter “sagrado”, opacaron la capacidad creativa de los hebreos sobre todo en las artes plásticas.
 
Vía crucis por las calles de Jerusalén, repleta de mercaderes.

El Santo Sepulcro en la iglesia construida por Elena madre de Constantino, fue destruida y vuelta a construir varias veces.
Otra parte de la Iglesia del Santo Sepulcro, donde conviven varias órdenes religiosas (ver con más detalles [2])

Iglesia del Santo Sepulcro en el Gólgota, Jerusalén, abajo a la derecha cruz de madera.

Caminábamos por las estrechas calles de la vieja Jerusalén siguiendo las estaciones del vía crucis hasta llegar a una cruz de madera que señala el lugar de la crucifixión, una señora entonces preguntó al guía:
-¿Fue aquí exactamente donde crucificaron a Cristo?

El guía respondió: pudo ser seis metros más abajo, doce metros para un costado, o quizás en la colina cercana, recuerden que esta ciudad, sufrió la ocupación de romanos, bizantinos, árabes, cruzados y cada conquistador edificaba sobre las ruinas de lo anterior.

-¿Entonces nada de lo que estamos viendo está en el lugar real? preguntamos, a lo que el guía respondió con una frase de profunda significación: “La única verdad es la que cada uno lleva en su corazón”.

 Esa respuesta, explicaba también la duda que generó la visita a la Abadía de la Dormición en Jerusalén, donde dicen que murió la Virgen María, siendo que unos días antes habíamos visitado la casa donde vivió y murió en Éfeso, cerca de Kusadasi en Turquía.

La región visitada, aunque tiene lugares muy bellos y variados, desde los valles de Capadocia en Turquía, Grecia y sus numerosas islas, Egipto y su maravilloso Nilo y la moderna Israel, para el visitante occidental tiene un significado que va mucho más allá de sus paisajes. Es en esta región del mundo donde se desarrollaron muchas de las grandes civilizaciones que intervinieron en la formación de lo que hoy es nuestra cultura greco-latina y nuestra religión judeo-cristiana.
Pero distingamos claramente la diferencia de los aportes debidos a la cultura y a los de la religión; si bien todos los pueblos de la antigüedad tuvieron pensadores, arquitectos y artistas, uno de ellos pudo desarrollar la cultura en su máxima plenitud: los griegos. Muchas son las razones para que este pueblo fuera la luminaria más brillante de la antigüedad, quizás fue el lenguaje con palabras cortas y muchas vocales, fácil de memorizar, de escribir, propicio para dialogar e intercambiar ideas, pero además fue un pueblo que no sufrió el corsé mental que las religiones, en manos de una clase sacerdotal, usaron para la dominación de las masas y desactivar sus pretensiones mundanas ofreciéndoles una recompensa  en la próxima vida, en el “más allá”, después de la muerte. Debemos reconocer otra importante diferencia,  Grecia en su etapa más prolífica, fue una república, es decir gobernaba el pueblo, aunque fuera su aristocracia; en los otros pueblos que mencionamos, había faraones y reyes por gracia divina, sistema que impedía una renovación permanente de las ideas.

Grecia, fue una civilización extraordinaria de hombres libres que creían en esta vida, en la naturaleza y en la belleza de todas las cosas, sus dioses no impusieron normas de comportamiento ni dogmas, no ofrecían  premios ni castigos para la otra vida, por el contrario, algunos dioses eran muy afectos a los placeres como Dionisio, el dios del vino y el pueblo vivió una época de armonía con su entorno terrenal, los artistas desplegaron la más impresionante etapa de creatividad, perfección y belleza y los pensadores, en este ambiente, sin preocuparse de vidas posteriores, utilizaron el conocimiento racional para mejorar y embellecer esta vida, la presente, la real. Los griegos pensaron en Dios pero desde la filosofía, pensaron en la moral pero desde el respeto a la naturaleza y al prójimo.  Enfrentaron los desafíos del mundo con el conocimiento, las matemáticas, la geometría, la medicina, no con la fe en reinos celestiales y ese conocimiento es todavía la base de nuestra civilización occidental.



El famoso papiro "el Juicio de Osiris" (clic para ampliar)

En este papiro que se lee de izquierda a derecha, de abajo hacia arriba se encuentra  el escriba Hunefer (de blanco) que habiendo muerto, es acompañado por Anubis a enfrentar el “juicio final” frente al dios Osiris, para saber si merece la vida eterna o es devorado por Ammit, una diosa con cabeza de cocodrilo. [1]

En los dibujos y jeroglíficos egipcios que se conservan en los templos y en las numerosas tumbas de reyes y nobles, vemos que el estilo artístico no ha cambiado a través de milenios, se deduce de esto la rigidez de las normas que imponía la clase gobernante a los artistas, que en Egipto eran considerados de una clase inferior. Por el contrario en Grecia, la libertad política y religiosa permitió a los artistas, que aquí eran considerados socialmente privilegiados, una evolución desde lo elemental hasta la máxima perfección, que en la antigüedad pasaba por imitar la naturaleza en un grado ideal. Los griegos eran antropocéntricos, es decir creían que el cuerpo humano era la expresión más perfecta y bella de toda la naturaleza y hasta la arquitectura quedó ligada a proporciones del cuerpo humano.

Laocoonte y sus hijos grupo escultórico del período helenístico.
Observando este grupo escultórico, basado en la mitología griega, vemos el grado de perfección alcanzado en la representación del cuerpo humano que hasta supera la realidad física para transmitir también las emociones, como el dolor, la impotencia, los ojos que suplican la ayuda suprema.

Las religiones crearon normas de comportamiento como respuesta a los sufrimientos de los hombres, sobre todo de las clases bajas. Había en aquellas épocas una muy baja expectativa de vida, un tercio de los nacidos vivos habrían muerto antes de llegar a los 6 años y del 60% a los 16 años, las enfermedades, la pobre alimentación, las guerras, etc. hacía que los pueblos fueran caseríos rodeados de cementerios.  Las clases dominantes, alérgicas al trabajo, debía reforzar la autoridad con algo más que las armas ya que éstas, en mano de guerreros podían fácilmente ponerse en contra, entonces idearon un mecanismo de dominación mucho más poderoso, por medio de dogmas de fe, apoyados en la candidez del espíritu humano, se instaló el miedo a la ira de los dioses para quienes no cumplieran con sus preceptos y mandamientos y a los que los cumplieran, les prometieron una vida llena de recompensas en el “más allá”.
Muro de los lamentos, donde los judíos lamentan la pérdida del 2º templo a manos del general romano Tito en el 70 d.C.
En Israel, además del sufrimiento individual existía el sufrimiento “político” que afectaba a la comunidad, necesitaban un salvador que redimiera a su pueblo de la ocupación romana, por eso esperaban un mesías poderoso que les restituyera el templo perdido.


[2] http://devocionesdeestepa.blogspot.com.ar/2011/04/via-crucis-en-jerusalen.html